En todo el mundo mueren el doble de personas por suicidio que por homicidio (Grigoryev & Popovets, 2019) ¿Cómo ayudar a tus seres queridos a salir del abismo?
ESTE TEXTO TRATA DE GENERAR INFORMACIÓN Y RECURSOS QUE TE ORIENTEN SI TÚ, O ALGUIEN QUE CONOCES PIENSA EN EL SUICIDIO, PERO DE NINGUNA MANERA SUSTITUYE AYUDA PROFESIONAL. SI ESTÁS SUFRIENDO UN PROBLEMA EMOCIONAL O PSICOLÓGICO, BUSCA AYUDA, INCLUYENDO LOS RECURSOS AL FINAL DEL TEXTO.
¿Cómo se le pregunta a una amiga o a un ser querido si está pensando en suicidarse? ¿Cómo deben abordar los profesores de bachillerato y de universidad a alguien que les preocupa?
Cuando un paciente acude a mí con síntomas de depresión y ansiedad, al final de la primera sesión, siempre le pregunto sobre el suicidio, en detalle y no como una mera formalidad. Permito que salgan de mi boca las palabras que podrían haber tenido miedo de escuchar en voz alta. Porque no debemos asustarnos de las palabras.
“Parece que te has sentido muy mal. ¿Has pensado alguna vez en hacerte daño o en quitarte la vida?”
Si la respuesta es mínimamente afirmativa, lo investigo más a fondo.
“Sé que nos acabamos de conocer y que debe haber sido muy difícil para ti decirme eso. Hay una gran diferencia entre los pensamientos y los actos. ¿Con qué frecuencia piensas en suicidarte? ¿Has pensado alguna vez en cómo podrías hacerlo? ¿Has hecho alguna vez un plan real y has pensado en llevarlo a cabo?”
Estas últimas preguntas, un método para quitarse la vida -y la posibilidad realista de que este método pueda provocar la muerte-, la formación de un plan concreto y la intención de actuar en consecuencia, son los datos más importantes.
Hay una gran diferencia entre una persona que piensa en suicidarse con una pistola, que tiene fácil acceso a un arma y que «probablemente lo haría un viernes para que no tuviera que ser mamá la que me encontrara», frente a alguien que «a veces piensa que sería más fácil para todos que yo estuviera muerto. No sé cómo lo haría, tal vez me tiraría delante de un coche o daría un volantazo en el tráfico».
Ambos diálogos son dolorosos. Pero uno es más probable que acabe en suicidio que el otro.
¿No ser terapeuta, implica que no puedo escuchar y ayudar a salvar una vida? Lo que la mayoría de los pacientes con pensamientos suicidas quieren en realidad es que se escuchen sus miedos y sentimientos sin juzgarlos. Algunos podrían querer expresar sus fantasías suicidas secretas y aterradoras para ver si son rechazados por quien escucha. Para ver si, de hecho, no tienen esperanza, tal y como se sienten.
Es importante aclarar que nada sustituye la ayuda profesional, pero hay cosas que podemos hacer antes de que empiecen a recibirla, y al tiempo que están en tratamiento. Acércate a las personas que sospechas que necesitan ayuda. En el peor de los casos, tu amabilidad es rechazada. En el mejor de los casos, tus palabras hacen que alguien se sienta menos solo. Tus palabras pueden ser la diferencia que alguien necesita para seguir vivo un día más.

Acabar con el ciclo de la culpa y la vergüenza
La parte más importante de la prevención del suicidio es fomentar una conversación abierta. Una y otra vez he oído a padres bienintencionados y cariñosos aconsejar a su adolescente depresivo y suicida que guarde silencio. “No se lo digas a la abuela», dice la madre, frotando la espalda de su hija con ánimo. “No estoy seguro de que tengas que decírselo a tus amigos», dice papá.
El problema es que estos padres bienintencionados dan a entender que esta depresión, estos pensamientos suicidas, son algo de lo que hay que avergonzarse.
Y cuando ese secreto se rompe -como inevitablemente sucederá, ya que los adolescentes dependen de sus amistades para modelar su proceso de identidad-, entonces aparece la culpa.
Los padres bienintencionados pueden cometer errores bienintencionados. Pero la necesidad de mantener el secreto añade vergüenza y culpa a la ya abrumadora carga de una adolescente deprimida que está librando una guerra diaria consigo misma para saber si puede seguir viva un día más. Muchas personas también tienen la creencia errónea de que hablar del suicidio puede animarlo. Esto no es así. (Organización Mundial de la Salud, 2000).

Cultivar la inteligencia emocional
La salud mental suele cubrirse poco en las escuelas, y sólo recientemente se ha convertido en una norma aceptable tener un terapeuta. Tenemos que encontrar formas de mejorar nuestra inteligencia emocional para prevenir el suicidio.
En pocas palabras, la inteligencia emocional es:
– La conciencia, la comprensión y la capacidad de gestionar las propias emociones.
– La conciencia, la comprensión y la capacidad de gestionar y/o navegar por las emociones de los demás.
Las expectativas que tenemos de nosotros mismos, y las expectativas que percibimos que los demás tienen de nosotros, afectan enormemente a nuestra salud mental. “No soy lo suficientemente delgado», “No soy lo suficientemente inteligente», “Mi mujer no me aprecia», “No gano suficiente dinero», “Nadie me querrá nunca”, “Me odio a mí mismo», “Voy a estar deprimido para siempre”. Nos centramos en lo que creemos que nos falta, en lugar de centrarnos en nuestras respuestas emocionales y en cómo manejamos esas emociones.
Piensa antes de actuar. Considera las consecuencias de tus acciones desde el punto de vista de la otra persona. Mírate al espejo con honestidad y sin prejuicios. ¿Cómo puedes ser mejor persona y estás dispuesto a trabajar para conseguirlo? Asume la responsabilidad de tus actos. Discúlpate si cometes un error e intenta remediar la situación.
Una inteligencia emocional afinada te permitirá ayudar a tu amigo deprimido o suicida preguntándole, directamente, si ha pensado en quitarse la vida. Es importante ser capaz de hacerlo sin juzgar a esa persona ni hacerla sentir avergonzada.
Recuerda que una persona que intenta suicidarse ha perdido la esperanza de que las cosas mejoren. La cantidad de felicidad que experimenta ha sido eclipsada hace tiempo por la tristeza, la desesperación y la soledad, por mucha gente que les rodee, por mucho que les tranquilicen. Puede que no mencionen el suicidio a sus amigos íntimos o incluso a sus terapeutas, aunque lo tengan en mente. Mencionar el suicidio a tu terapeuta o incluso a un amigo da miedo. Si no preguntas sobre este tema, es posible que tu amigo angustiado no lo mencione en absoluto.

En caso de emergencia, pide ayuda
Si una amiga o un ser querido te dice que está pensando en suicidarse, debes animarla a buscar ayuda, pero, para saber qué tipo de ayuda se necesita en ese momento, necesitas saber qué tan inmediato es el peligro. ¿Es algo que tu amiga está pensando en hacer hoy? ¿Esta noche? ¿Inmediatamente?
Si la amenaza es inmediata y estás lejos de la persona, llama a los servicios de emergencia para que te orienten (por ejemplo, al 911 en México). Es importante que tengas disponible la dirección de la persona, antes de llamar.
Si la amenaza no es inmediata, anime a su ser querido a concertar una cita con un profesional de la salud mental o con un médico lo antes posible, en lugar de acudir al hospital. Si el tiempo lo permite, ofrécete para ayudar a agendar una cita, cosa que puede ser abrumadora en sí misma.
La carga del secreto de tu ser querido puede parecer demasiado para una sola persona, por lo que también es importante involucrar a otras personas que puedan apoyar. Anima a tu ser querido a que le cuente a uno de sus padres, a su roomie, a un pariente o a un vecino lo que está pasando, sobre todo si vives lejos.
Eres un hermano, una hermana, un padre, un amigo. En ese papel, siempre puedes estar ahí para tu ser querido al mismo tiempo que buscan ayuda profesional.
Factores de riesgo
La mayoría de los pacientes suicidas no quieren mantener sus pensamientos y sentimientos en secreto, pero a menudo lo hacen. Rara vez hay un solo elemento, pues el suicidio es multifactorial. Con todo, elementos que aumentan la probabilidad incluyen:
1. Antecedentes de problemas de salud mental. Aunque la depresión clínica y otros cuadros incrementan el riesgo suicida, un estudio realizado en 2018 por el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. encontró que más de la mitad de las personas que se suicidan (54%), no tenían problemas de salud mental diagnosticados.
2. La muerte de un familiar por suicidio. Automáticamente duplica la probabilidad de que alguien intente suicidarse en algún momento de su vida, aún en ausencia de problemas de salud mental. (Cerel & Aldrich, 2011).
2. Historial de dolor crónico: durante períodos prolongados, el dolor puede aumentar el riesgo de suicidio debido a la desesperanza, el deseo de escapar del dolor a través de la muerte y la disminución del miedo a la muerte.
3. Comportamiento de autolesión e ideación suicida: una investigación (Blasco-Fontecilla et al., 2016) muestra que las personas que presentaban un comportamiento de autolesión deliberada en los servicios de urgencias tenían 56,8 veces más probabilidades de morir por suicidio en el plazo de un año. Las personas que informaron de ideación suicida tenían 31,4 veces más probabilidades de morir por suicidio en el plazo de un año.
4. Intentos previos: un estudio europeo (Bernal et al., 2007) descubrió que los dos países con las tasas de suicidio más altas (Bélgica y Francia) eran también los países con mayor frecuencia de intentos de suicidio. Los países con las tasas de suicidio más bajas (Italia y España) también tenían la menor frecuencia de intentos de suicidio.
5. Acontecimientos estresantes pasados o presentes: los antecedentes de traumas interpersonales, traumas infantiles y traumas sexuales aumentan significativamente el riesgo de suicidio tanto en hombres como en mujeres. El reporte del CDC en 2018 indica en las personas suicidas un 42% con problemas en sus relaciones, 29% alguna crisis pasada o inminente al momento del intento, 28% uso de sustancias, 22% con problemas de salud física, y 16% con problemas laborales o financieros.
6. Hablar de sentirse impotente y desesperado: en psicología se habla de «impotencia aprendida», de sentir una total falta de poder, control y capacidad para hacer cambios positivos. Esto suele ser el resultado de un acontecimiento traumático, un fracaso repetitivo en la vida o, a veces, parte de una lucha prolongada contra la depresión.
7. Aislamiento: las personas suicidas suelen sentirse desesperadas, incomprendidas y aisladas de sus seres queridos. «Es agotador tener que fingir que te sientes normal todo el tiempo. Es más fácil quedarse en casa».
8. Regalar los bienes más preciados: si supieras que vas a morir, ¿no intentarías poner en orden tus asuntos? Para algunas personas, hay cierto empoderamiento en decidir qué parte de ti mismo, de tu memoria, quieres dejar a las personas que te importan.
Recursos adicionales
En México:
Emergencias:
Consejo Ciudadano: 55 5533 5533
Emergencias 911
Otras líneas:
Atención en crisis y contención psicológica (República Mexicana): 800 221 31 09
Línea de ayuda psicólogos UIA: 55 41 72 04 17
Línea de ayuda Sociedad Psicoanalítica de México: 55 6543 8864
Línea Covid: 800 420 5782.
Salud mental y atención primaria en adicciones:
777 314 51 88, 777 310 38 22.
Línea de emergencia psicológica: 800 2 27 47 47
Referencias
Bernal, M., Haro, J. M., Bernert, S., Brugha, T., de Graaf, R., Bruffaerts, R., Lépine, J. P., de Girolamo, G., Vilagut, G., Gasquet, I., Torres, J. V., Kovess, V., Heider, D., Neeleman, J., Kessler, R., & Alonso, J. (2007). Risk factors for suicidality in Europe: Results from the ESEMED study. Journal of Affective Disorders, 1–3, 27–34. https://doi.org/10.1016/j.jad.2006.09.018
Blasco-Fontecilla, H., Fernández-Fernández, R., Colino, L., Fajardo, L., Perteguer-Barrio, R., & de Leon, J. (2016). The Addictive Model of Self-Harming (Non-suicidal and Suicidal) Behavior. Frontiers in Psychiatry. https://doi.org/10.3389/fpsyt.2016.00008
Cerel, J., & Aldrich, R. L. (2011). The impact of suicide on children and adolescents. En Grief after suicide (pp. 111–122). Routledge.
Grigoryev, L. M., & Popovets, L. (2019). Sociology of individual tragedies. Homicides and suicides: Cross-country cluster analysis. Russian Journal of Economics, 5, 251.
Suicide rising across the US | VitalSigns | CDC. (2018, Noviembre 27). Centers for Disease Control and Prevention. https://www.cdc.gov/vitalsigns/suicide/
Organización Mundial de la Salud (2000). Preventing suicide: A resource for primary health care workers (No. WHO/MNH/MBD/00.4). World Health Organization.

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