¿Es real lo que siento? ¿Soy yo realmente quien lo siente? – ¿Qué pasa si desde chico te piden anular lo que sientes?

Autor: Mtro. Adrián Gómez, psicólogo y terapeuta

En algunos círculos, sobre todo entre estudiantes de psicología, cuando alguien tiene una reacción emocional intensa, aparentemente injustificada, le dicen “estas bien bipolar”, o “eres un border”. Fuera de que este tipo de “bromas” no le ayudan ni a la persona, ni a los que viven con dicho diagnóstico, hoy quiero hablarte de este último término: el trastorno de personalidad borderline o fronteriza.

El término correcto y contemporáneo es Trastorno de Personalidad Limite (TPL), con diversos síntomas que incluyen:

* un sentido inestable de la identidad o self: dudan de qué tan “real” es lo que piensan, sienten o hacen; desconfían de sus acciones y decisiones.

* dificultades para regular sus emociones: las expresan sin evaluar si es la forma y lugar funcionales para sus objetivos, las reprimen continuamente hasta que “explotan” a la menor provocación, desconfianza y frustración en las relaciones personales.

* una historia recurrente de impulsividad: renunciar a actividades, proyectos o trabajos, justo antes de un logro importante; reclamar o discutir con familiares o amigos, ante cualquier señal de que pueden perder su aprobación; abuso de alcohol o drogas, sin medir el riesgo asociado.

Se cree que surge en la infancia temprana, y puede volverse una fuente permanente de problemas relacionales, si no se recibe tratamiento efectivo.

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¿Qué siente y piensa alguien con estos síntomas?

«No es fácil para mí encontrar un punto medio para mis emociones, así que a menudo siento que tengo que guardármelas, ya que los demás me dicen que exagero. El resultado es que me siento atrapado, gritando dentro de mi cuerpo y nadie me escucha»

«Esta duda constante de quién soy realmente, afecta todo en mi vida: mis relaciones, identidad, vida laboral, mi humor cotidiano. He cambiado de nombre dos veces en el Registro Civil. No saber qué responder cuando te preguntan quién eres es una sensación terrible y dolorosa»

«Es como si tuviera un vacío dentro de mí. Y nadie lo entiende cuando trato de explicar cómo me siento»

«Es agotador. Mi mente es una montaña rusa de emociones. Cuando es alegría y felicidad, nada lo supera, pero cuando no es así…»

«Quisiera que las personas vean que esto es sólo un aspecto de mí, pero soy mucho más que mis síntomas» (Experiences of BPD, n.d.)

¿Pero cómo surge?

Las propuestas más recientes plantean un modelo biopsicosocial para entender el TPL, donde las influencias individuales y sociales interactúan para provocar y mantener los síntomas. El TPL es el resultado de transacciones continuas y recíprocas entre las vulnerabilidades biológicas del individuo (impulsividad temprana y vulnerabilidad emocional), y un ambiente de crianza que constantemente le invalida.

En términos concretos: los que estamos en contacto con personas con TPL, o algunos de sus síntomas, a menudo podemos sentir que ponen a prueba nuestra paciencia, por sus reacciones emocionales extremas. Podemos ver cómo toman decisiones que les perjudican, una y otra vez, como dejar un buen trabajo sin motivo alguno. Aunque lo intentamos, parece imposible ayudarles a encauzar su vida a una dirección más positiva.

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Invalidación temprana y TPL

El proceso de invalidación emocional es un patrón donde los padres (o quienes lleven la crianza) deslegitimizan constantemente las emociones expresadas por el niño.

Implica cuatro componentes:

1. Declarar que las emociones del niño son equivocadas

2. Atribuir erróneamente las emociones del niño, a algún defecto, como ser excesivamente sensible.

3. Minimizar o burlarse de los problemas y dificultades que el niño expresa

4. Impedir que el niño exprese cualquier emoción negativa o incómoda

De esta forma, un niño expuesto a este ambiente invalidante puede sentir fácilmente que se le castiga por una respuesta emocional natural y pertinente. Peor aún, en casos severos, el niño se ve obligado a ignorar, reprimir o distorsionar su reacción emocional ante un abuso físico o sexual.

Imaginemos un escenario concreto. Un niño pequeño se enoja, cuando otro chico le arrebata su muñeco de peluche en el parque. Un padre podría invalidarlo, al decirle que no hay motivo para enojarse, al tiempo que es evidente que está enojado, como cualquier otro chico en la misma situación. Cualquier padre puede intentar usar una estrategia así, de vez en cuando, para tratar de tranquilizar al pequeño, pero si sus sentimientos son anulados constantemente, le será difícil y confuso identificar y manejar sus propias emociones.

Es importante aclarar que este factor está presente en buena parte de las investigaciones sobre el TPL, como muestra un reciente meta-análisis con peso estadístico que encuentra tendencias en 21 estudios, con casi 7,200 participantes (Lee et al, 2021). También señalan la importancia de hacer estudios observacionales, longitudinales, pues la mayoría de los datos vienen de autoreporte, y los participantes con TPL tienen mayor dificultad para juzgar objetivamente la forma en que otros reaccionan ante sus emociones.

Acá también hay que entender que la conducta de los padres no se genera en el vacío. Es muy probable que el padre o madre invalidante repite lo aprendido de su propia infancia. Además, las parejas influyen entre sí en cuanto a los estilos parentales, por lo que un padre puede irse convirtiendo poco a poco en cómplice del patrón.

Aún si el umbral de percepción y sensibilidad, desde lo biológico, hace más sensibles o vulnerables a las personas con TPL, y por tanto la sensación temprana de invalidación es principalmente su percepción, esta vivencia hace cuestionar lo genuino de las propias emociones, y por tanto la propia identidad, así como la tendencia a actuar sin analizar la emoción subyacente.

¿Qué hay que preguntarse si tengo síntomas o estoy diagnosticado como TPL?

¿Qué hubiera pasado si yo hubiera sido ese chico que le arrebataron su juguete?

¿Mis figuras parentales me hubieran confortado y respetado mi enojo?

¿Y en otras situaciones?

Si, por ejemplo, no nos invitaron a una fiesta de cumpleaños, un padre o madre que valida lo que sentimos, nos ayuda a entender que la exclusión duele, que es normal, y trata de ayudarnos a procesar esas emociones.

Al contrario, una figura invalidante nos diría «¿qué te preocupa?», o hasta nos criticaría por ser tan delicados. Como todo recuerdo, lo importante no es tanto la precisión de este, sino qué tan significativa se volvió esa sensación en nuestra historia.

Entender la forma en que nuestros padres se enfrentaban a nuestras emociones cuando éramos niños, puede ayudar mucho a entender cómo vivimos nuestras emociones como adultos.

Referencias

Experiences of BPD. (n.d.). http://Www.mind.org.uk. https://www.mind.org.uk/information-support/types-of-mental-health-problems/borderline-personality-disorder-bpd/experiences-of-bpd/

‌Lee, S. S. M., Keng, S.-L., Yeo, G. C., & Hong, R. Y. (2021). Parental invalidation and its associations with borderline personality disorder symptoms: A multivariate meta-analysis. Personality Disorders: Theory, Research, and Treatment. https://doi.org/10.1037/per0000523

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